miércoles, 25 de junio de 2008
Delmira Agustini : Escritora uruguaya
Nació el 24 de octubre de 1887 en Montevideo, en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Uno de sus abuelos era francés, otro era alemán y sus dos abuelas uruguayas. A los cinco años sabía leer y escribir correctamente, a los diez componía versos. Cursó estudios de francés, música y pintura con maestros privados y envió colaboraciones en prosa a la revista La Alborada que se publicaba por entonces en la capital. Tras dejar a su antiguo novio, Amancio Sollers, y después de un largo noviazgo con Enrique Job Reyes, un negociante de ganado caballar, contrae matrimonio en el 14 de Agosto de 1913(entre los testigos de la boda se distinguen Juan Zorrilla de San Martín y Manuel Ugarte, de quien Delmira se había enamorado poco antes de casarse y a quien unos meses después ella le diría que "él había sido el tormento de su noche de bodas"). Antes de cumplirse mes y medio de celebrada la boda, abandona a su marido y entabla demanda de divorcio. De inmediato mantiene correspondencia amorosa, con el escritor argentino Manuel Ugarte. Su ex-marido (pues se les había concedido el divorcio, el 5 de Junio de 1914), da muerte a Delmira, de dos balazos en la cabeza ( o según otros a puñaladas), y de inmediato se suicida pegándose un tiro. Autora de una obra poética que contó con la aprobación elogiosa de sus contemporáneos. En El libro blanco (Frágil) de 1907 el primero y más extenso de sus poemarios publicados, ya aparecen poemas que sorprenden por su madurez. Los otros titulos de Agustini son Cantos de la mañana (1910); Los cálices vacíos (1914) y el publicado tras su muerte, El rosario de Eros (1924). Todos ellos recogidos en Poesías Completas.
Visión
¿Acaso fué en marco de ilusión,
En el profundo espejo del deseo,
O fue divina y simplemente en vida
Que yo te ví velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
Taciturno a mi lado apareciste
Como un hongo gigante, muerto y vivo,
Brotado en los rincones de la noche
Húmedos de silencio,
y engrasados en sombra y soledad.
Te inclinabas a mí supremamente,
Como a la copa de cristal de un lago
Sobre el mantel de fuego del desierto;
De la vida a los opios infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte;
Te inclinabas a mí como el creyente
A la oblea de cielo de la hostia ...
-Gota de nieve con sabor de estrellas
Que alimenta los lirios de la Carne,
Chispa de Dios que estrella los espíritus-.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
De la melancolía
A las ondas lagunas del silencio;
Te inclinabas a mí como la torre
De mármol del Orgullo,
Minada por un monstruo de tristeza,
A la hermana solemne de tu sombra ...
Te inclinabas a mí como si fuera
mi cuerpo la inicial de tu destino
En la página oscura de mi lecho;
Te inclinabas a mí como al milagro
De una ventana abierta al más allá.
¡ y te inclinabas más que todo eso!
y era mi mirada una culebra
Apuntada entre zarzas de pestañas,
Al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una culebra
Glisando entre los riscos de la sombra
¡A la estatua de lirios de tu cuerpo!
Tú te inclinabas más y más ... y tanto,
y tanto te inclinaste,
Que mis flores eróticas son dobles,
y mi estrella es más grande desde entonces,
Toda tu vida se imprimió en mi vida ...
Yo esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico; un abrazo
De cuatro brazos que la gloria viste
De fiebre y de milagro, será un vuelo!
Y pueden ser los hechizados brazos
Cuatro raíces de una raza nueva;
Y esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico ...
¡Y cuando,
Te abrí los ojos como un alma, y ví
Que te hacías atrás y te envolvías
En yo no se que pliegue inmenso de la sombra!
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1 comentario:
Lindísimo el texto elegido de Delmira... Hace unos años vi en el Celcit un unipersonal sobre su figura, hecho a partir de su obra poética y de sus cartas (justamente, se llamó "Cartas a Delmira"), que me impactó mucho.
Me gustan los artistas elegidos para homenajear en el blog, seguiré pasadano.
L.
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