Níquel en las suelas, poesía, profecías…
Huecos, abolladuras, napas retorcidas, el pavimento
contiene rotas tuberías y la tierra da arcilla.
El tranvía humeante arroja chispas adentro del sombrero de paja,
y un tal Vincent Van Gogh chupa aguarrás y devuelve pompas
en amarillo intenso.
Descalzos la calle quema, cascadas entibian y desempolvan
a las piedras, bendicen.
Santuario donde primera vez comprendí al cielo,
indescriptible puesta, eso que el habla trata de conquistar y pudre.
Desarticulada marioneta frena los rebotes y habita rajaduras.
Suelta hubiera chocado contra el muñón de un bebedero,
dejaría calva la plazoleta,
y tendida su madera lavada apenas inclinada.
Cúmulo, espigas roturables, un toque de álamos
y la plantación crece a ríos revueltos, el agua dulce,
puñado de respuestas desplumado agito vertebras.
Flojo nudo abre al rezo y desarma arrastres.
M.T.L
lunes, 11 de agosto de 2008
Superficies
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