martes, 22 de septiembre de 2009
lunes, 24 de agosto de 2009
Picnic : Pikunikku
Pikunikku :
Alguna vez escuché que para salir de un laberinto hay que intentar recorrerlo por arriba.
Bien, en este cuento nos encontramos con tres personajes que comparten un mismo laberinto que comienza cuando deciden explorar el mundo exterior, lejos del manicomio y por el muro saltar desde ahí hacia el siguiente para armar al concluir la caminata un picnic imaginario.
Todo lo que acontece está cargado de un ambiente ingenuo, parece un libro de muchos capítulos que sorprende constantemente, una aventura profunda, de fantasías no anticipadas.
Un rodaje que al instante de descender los créditos se sabe que deja huella y siempre se recordará.
Pikunikku (picnic) trata sobre las vidas de dos chicos y una chica en un manicomio que sin vueltas desencadena en amistad y complicidad entre ambos.
Cruzan el límite del manicomio con el mundo exterior por el simple hecho de la curiosidad, quién es la chica la que toma la iniciativa siendo la más osada y en algún punto líder del grupo.
Intensa será la libertad que estos quijotescos jóvenes irán experimentando con absoluta alegría e inocencia.
A lo mejor termine ganando la realidad de los personajes y no la fantasía, no se sabe, importa poco porque aunque llegue a la superficie el drama, la comedia o incluso hasta la tragedia también puede llegar a ser este género poético a veces.
Quiebra realmente ciertas escenas conmovedoras, de un director con ojos de niño, como cuando de chico el Mago de Oz hacía creer que la vida era así.
La música es alegre y nostálgica, un buen abrigo para este entrañable trío que apareció en el lugar menos pensado, igual que la hierba en el asfalto.
M.T.L
Bien, en este cuento nos encontramos con tres personajes que comparten un mismo laberinto que comienza cuando deciden explorar el mundo exterior, lejos del manicomio y por el muro saltar desde ahí hacia el siguiente para armar al concluir la caminata un picnic imaginario.
Todo lo que acontece está cargado de un ambiente ingenuo, parece un libro de muchos capítulos que sorprende constantemente, una aventura profunda, de fantasías no anticipadas.
Un rodaje que al instante de descender los créditos se sabe que deja huella y siempre se recordará.
Pikunikku (picnic) trata sobre las vidas de dos chicos y una chica en un manicomio que sin vueltas desencadena en amistad y complicidad entre ambos.
Cruzan el límite del manicomio con el mundo exterior por el simple hecho de la curiosidad, quién es la chica la que toma la iniciativa siendo la más osada y en algún punto líder del grupo.
Intensa será la libertad que estos quijotescos jóvenes irán experimentando con absoluta alegría e inocencia.
A lo mejor termine ganando la realidad de los personajes y no la fantasía, no se sabe, importa poco porque aunque llegue a la superficie el drama, la comedia o incluso hasta la tragedia también puede llegar a ser este género poético a veces.
Quiebra realmente ciertas escenas conmovedoras, de un director con ojos de niño, como cuando de chico el Mago de Oz hacía creer que la vida era así.
La música es alegre y nostálgica, un buen abrigo para este entrañable trío que apareció en el lugar menos pensado, igual que la hierba en el asfalto.
M.T.L
viernes, 10 de julio de 2009
Last life in the universe
Last life in the universe
Quiero mucho “Last life in the universe”. Tuve que verla varias veces para vivir completamente esas escenas, diálogos, colores, música que acompaña el silencio de los gestos, en definitiva entender que se tejía realmente entre la tristeza.
Pareciera que en la necesidad suele quedar una persona en carne viva y en el confiar de nuevo para detener la soledad vuelve la alegría, como algo cíclico.
Algo así le pasa a un estudiante de Osaka y una chica tailandesa. Accidentalmente se cruzan, ella lo toma como amigo justo antes de viajar a Japón dejando atrás una casa y familia en ruinas, y decide esperarlo.
A él nada le queda, tan solo decenas de intentos de suicidio, obsesiones y un vacío existencial que juega con la muerte. Probablemente esa chica tailandesa sea la última vida en el universo que lo sostiene antes de entrar al ostracismo de todo calor humano.
Es extrañísima la relación que ambos van lentamente construyendo sin darse cuenta, difícil de describir, no sienten vergüenza de mostrar sus heridas más profundas. Saben que la única salida es correr, entonces la chica reacciona.
Los dos sellan desde esa ciénaga una amistad que se dio naturalmente, de náufragos, de cuerpos desnudos que se reconocen pero nunca se habían visto.
Transcribo el diálogo de una escena que están al aire libre. Ríen, conversan cálidamente, se regalan cosas, están contentos y dentro de poco la chica debe viajar. El único detalle que en cuestión de horas el joven de Osaka después de esto se parará frente a interminables olas de angustia encolumnadas e irá hacia el fondo del mar, descarnadamente, y no le preocupa. M.T.L
Quiero mucho “Last life in the universe”. Tuve que verla varias veces para vivir completamente esas escenas, diálogos, colores, música que acompaña el silencio de los gestos, en definitiva entender que se tejía realmente entre la tristeza.
Pareciera que en la necesidad suele quedar una persona en carne viva y en el confiar de nuevo para detener la soledad vuelve la alegría, como algo cíclico.
Algo así le pasa a un estudiante de Osaka y una chica tailandesa. Accidentalmente se cruzan, ella lo toma como amigo justo antes de viajar a Japón dejando atrás una casa y familia en ruinas, y decide esperarlo.
A él nada le queda, tan solo decenas de intentos de suicidio, obsesiones y un vacío existencial que juega con la muerte. Probablemente esa chica tailandesa sea la última vida en el universo que lo sostiene antes de entrar al ostracismo de todo calor humano.
Es extrañísima la relación que ambos van lentamente construyendo sin darse cuenta, difícil de describir, no sienten vergüenza de mostrar sus heridas más profundas. Saben que la única salida es correr, entonces la chica reacciona.
Los dos sellan desde esa ciénaga una amistad que se dio naturalmente, de náufragos, de cuerpos desnudos que se reconocen pero nunca se habían visto.
Transcribo el diálogo de una escena que están al aire libre. Ríen, conversan cálidamente, se regalan cosas, están contentos y dentro de poco la chica debe viajar. El único detalle que en cuestión de horas el joven de Osaka después de esto se parará frente a interminables olas de angustia encolumnadas e irá hacia el fondo del mar, descarnadamente, y no le preocupa. M.T.L
Ella:
Esto es ensalada de papaya...
Está muy buena.
Pruébala.
¿Qué tal?
El:
Bien.
Ella:
Tendrás una buena diarrea mañana.
El:
¿Qué?
Ella:
¡Mañana cagarás mucho!
El:
Tengo un regalo para ti.
Ella:
¿Un regalo?
El:Cierra los ojos...
Date la vuelta.
Ya puedes abrir los ojos.
Ella:
¿Qué?
Gracias.
El:
- Lo necesitabas.
Esto es ensalada de papaya...
Está muy buena.
Pruébala.
¿Qué tal?
El:
Bien.
Ella:
Tendrás una buena diarrea mañana.
El:
¿Qué?
Ella:
¡Mañana cagarás mucho!
El:
Tengo un regalo para ti.
Ella:
¿Un regalo?
El:Cierra los ojos...
Date la vuelta.
Ya puedes abrir los ojos.
Ella:
¿Qué?
Gracias.
El:
- Lo necesitabas.
domingo, 21 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
Cine experimental japonés : Kurutta Ippeiji
"Página de la locura"
Biografía de Teinosuke Kinugasa
Nace el 1 de enero de 1896 en Kogame (Mie) y fallece el 12 de enero de 1982 en Tokio.
Hijo de una familia adinerada, Kinugasa se educó en la prestigiosa escuela privada Sasayama. Luego se trasladó a Nagoya, para comenzar su aprendizaje de actor, completado en 1915, cuando debutó en los escenarios. En numerosas obras de teatro kabuki interpretó papeles de mujer, y formó parte de los llamados onnagata, o intérpretes especializados en roles femeninos.
En 1918 fue contratado en los estudios Nikkatsu, pero dos años después aceptó una oferta más substanciosa de la compañía Makino Kinema. Finalmente comenzó a trabajar en la firma Shochiku, al tiempo que abanderaba un movimiento intelectual que intervino activamente en la polémica en torno a la idoneidad de contratar actrices para los papeles femeninos, lo que desvinculó así el cine de la tradición impuesta por el kabuki.
Si en Una página de locura la vanguardia se expresa mediante la enajenación de los protagonistas y la yuxtaposición temporal de las secuencias, Cruce de caminos es un melodrama más convencional en sus contenidos, ambientado en los aledaños de Yoshiwara, el barrio de mala fama del antiguo Tokio. La acción, situada en el siglo XVIII, también gira en este caso alrededor de la idea de culpa. La escenografía se acerca en algún elemento al expresionismo, tendencia artística que, admirada por el cineasta, logró cierto aprecio entre el público japonés.
Buen amigo del actor Kazuo Hasegawa, Kinugasa contó con éste en repetidas ocasiones, tanto en su etapa en la compañía Toho (1939), como durante su período en el estudio Daiei (1949).
Sin lugar a dudas, el film más conocido de este realizador es La puerta del infierno (1953), cuya trama se desarrolla en el siglo XII, un período caracterizado por la lucha entre clanes. En dicho período Kinugasa ubica una historia de pasión y poder, filmada en color y formato panorámico, lo cual propició su buena acogida en Occidente, gracias en parte a un esteticismo involuntario pero muy apreciado por los espectadores extranjeros. Premiado en el Festival de Cannes, este largometraje concurrió a los Oscar de Hollywood, donde también fue galardonado en las categorías de Mejor Película Extranjera y Mejor Vestuario.
Sus dos películas más destacables de este período fueron Una página de locura (1926) y Cruce de caminos (1928). Particularmente la primera, por su vanguardista tratamiento fílmico, ha logrado un reconocimiento internacional extraordinario. Los acontecimientos de Una página de locura ocurren en un manicomio. El anciano protagonista es el guardián del centro, que acepta ese trabajo cuando su esposa pierde la razón al ahogarse su hijo pequeño en el cauce de un río. La madre encarna la culpa por la muerte de un hijo a quien, simplemente, no pudo salvar. El padre, a su vez, se entrega a las labores del manicomio entendiendo que es culpable de la demencia de su esposa, a quien no pudo sacar de la desesperación. Llena de secuencias oníricas, casi surrealistas, esta película está considerada la más importante del vanguardismo japonés, y aún se proyecta con regularidad en las filmotecas de todo el mundo.
Biografía de Teinosuke Kinugasa
Nace el 1 de enero de 1896 en Kogame (Mie) y fallece el 12 de enero de 1982 en Tokio.
Hijo de una familia adinerada, Kinugasa se educó en la prestigiosa escuela privada Sasayama. Luego se trasladó a Nagoya, para comenzar su aprendizaje de actor, completado en 1915, cuando debutó en los escenarios. En numerosas obras de teatro kabuki interpretó papeles de mujer, y formó parte de los llamados onnagata, o intérpretes especializados en roles femeninos.
En 1918 fue contratado en los estudios Nikkatsu, pero dos años después aceptó una oferta más substanciosa de la compañía Makino Kinema. Finalmente comenzó a trabajar en la firma Shochiku, al tiempo que abanderaba un movimiento intelectual que intervino activamente en la polémica en torno a la idoneidad de contratar actrices para los papeles femeninos, lo que desvinculó así el cine de la tradición impuesta por el kabuki.
Si en Una página de locura la vanguardia se expresa mediante la enajenación de los protagonistas y la yuxtaposición temporal de las secuencias, Cruce de caminos es un melodrama más convencional en sus contenidos, ambientado en los aledaños de Yoshiwara, el barrio de mala fama del antiguo Tokio. La acción, situada en el siglo XVIII, también gira en este caso alrededor de la idea de culpa. La escenografía se acerca en algún elemento al expresionismo, tendencia artística que, admirada por el cineasta, logró cierto aprecio entre el público japonés.
Buen amigo del actor Kazuo Hasegawa, Kinugasa contó con éste en repetidas ocasiones, tanto en su etapa en la compañía Toho (1939), como durante su período en el estudio Daiei (1949).
Sin lugar a dudas, el film más conocido de este realizador es La puerta del infierno (1953), cuya trama se desarrolla en el siglo XII, un período caracterizado por la lucha entre clanes. En dicho período Kinugasa ubica una historia de pasión y poder, filmada en color y formato panorámico, lo cual propició su buena acogida en Occidente, gracias en parte a un esteticismo involuntario pero muy apreciado por los espectadores extranjeros. Premiado en el Festival de Cannes, este largometraje concurrió a los Oscar de Hollywood, donde también fue galardonado en las categorías de Mejor Película Extranjera y Mejor Vestuario.
Sus dos películas más destacables de este período fueron Una página de locura (1926) y Cruce de caminos (1928). Particularmente la primera, por su vanguardista tratamiento fílmico, ha logrado un reconocimiento internacional extraordinario. Los acontecimientos de Una página de locura ocurren en un manicomio. El anciano protagonista es el guardián del centro, que acepta ese trabajo cuando su esposa pierde la razón al ahogarse su hijo pequeño en el cauce de un río. La madre encarna la culpa por la muerte de un hijo a quien, simplemente, no pudo salvar. El padre, a su vez, se entrega a las labores del manicomio entendiendo que es culpable de la demencia de su esposa, a quien no pudo sacar de la desesperación. Llena de secuencias oníricas, casi surrealistas, esta película está considerada la más importante del vanguardismo japonés, y aún se proyecta con regularidad en las filmotecas de todo el mundo.
Jujiro
jueves, 28 de mayo de 2009
lunes, 18 de mayo de 2009
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